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Carta 105 - Mundos Opuestos


Martes, 6 de enero

Diario:

Quiero dejar muy claro que esto es una obligación. A mí no me gusta escribir. Lo que pasa es que tengo que hacerlo porque a mi mamá se le ocurrió. Con esto de que empezamos el año y todo, mi mamá salió con que quería que llevemos un diario. Mi mamá es escritora y se pasa todo el día sentada frente a la computadora. Claro, a ella le gusta, pero a mí no, esa es la diferencia. Mi mamá... Estoy muy enojada con ella en este momento. Lo que pasa es que yo tengo una hermana melliza y, por la tarde, nos peleamos. Casi siempre nos peleamos, o sea que eso no es nuevo. Pero ayer nos agarramos y, después de gritarnos, empezamos a jalarnos de los pelos. Yo pensé que mi mamá no estaba, pero justo entró cuando andábamos por la peor parte y se puso bravísima. Nos dijo que estaba muy enojada con nosotras y que nos iba a castigar. Luego se fue para su cuarto y como a la hora nos llamó. Nos reclamó que estaba muy triste y decepcionada porque, mientras volvía a la casa, venía pensando en que al final del año nos quería llevar a un viaje muy hermoso, pero que, tal como nos estábamos portando, se iba a ir sola. Añadió también que ella no podía creer que no nos lleváramos bien, que no nos dábamos cuenta de la suerte que teníamos al estar juntas. Yo no sé cuál suerte es esa, pero bueno, allá ella, es adulta y a los adultos una no les entiende. O sea... Bueno, nos planteó a las dos que nos ponía como condición que comenzáramos a llevar un diario y que, al final de cada semana, iba a revisar que hubiéramos escrito algo por lo menos. Que dependía de nosotras, pero que, si no escribíamos, no nos iba a llevar de viaje. Esa era la condición, ¿puedes creer? A mí me parece que está loca. Un diario es lo más cursi y ridículo. Ya no se estila. Al menos yo pienso así. Pero no me quiero perder el viaje. Mi mamá dice que, cuando estemos enojadas la una con la otra, lo escribamos y que pongamos todo lo que sentimos porque eso nos va a ayudar. Definitivamente está cucú. Yo no necesito escribir para desahogarme. Escribir, lo único que va a conseguir es que me duela la mano porque, además, y esto es lo peor, (quiero que sepas, diario, que te odio) tengo que escribir en tus páginas a mano. ¡A MANO! ¿Puedes creer? O sea… Ya nadie escribe a mano. ¡¡Helloooo!! Pero eso no le podemos decir a mi mamá, porque ella siempre sale con sus historias de que, en su época, todos leían, y que le encanta cómo se siente la pluma sobre el papel, ah, y que debemos tener buena caligrafía. Ya, mejor me olvido y la ignoro. Que se compre un chanchito y se ahorre sus comentarios, mejor. Lo peor es que no sé a dónde va a ser el viaje en el verano. Mi mamá no nos quiere contar. Dice que es una sorpresa. Yo espero que sea a Miami o Disney o Europa. Pero también me da miedo, porque con mi mamá nunca se sabe. Un día la escuché hablando con sus amigas que le gustaría mandarnos a un kibbutz, que es donde se trabaja en comunidad, son como granjas, en Israel. Es que mi mamá dice que nuestras raíces son judías. No lo sé. Yo me muero. Mis manos quedarían destrozadas. Por eso pienso que, a lo mejor, qué importa que no siga escribiendo porque, si todo esto es para terminar en un kibbutz, no sé. Igual creo que ya he escrito bastante.

Chao,

Natalia

Martes, 6 de enero

Querida Rina:

Hoy empiezo a contarte la historia de mi vida. Me llamo Victoria Armendáriz y tengo trece años. Quien diga que tener trece años es lo mejor que le puede pasar a una persona está muy equivocado. Siento que voy a poder confiar en ti y por eso estoy contenta. Te llamo Rina en memoria de Kitty, la amiga imaginaria de Ana Frank. Porque pienso que lo mejor que pudo haber hecho Ana Frank es inventar a Kitty, así que, Ana, perdóname por copiarte, pero no se me ocurre otra manera. Es que leer ese diario me cambió la vida. Y yo pensé que, si Ana tuvo a Kitty, bien puedo yo inventar una amiga imaginaria que se llame Rina. En todo caso, Rina, te cuento: mi mami llegó hoy con dos cuadernos. Justo estábamos en la mitad de una pelea terrible con mi hermana Natalia. Ah, porque tengo una hermana (ya te contaré, es melliza y es un tema complicado porque no nos llevamos muy bien). Lo que pasa es que yo, casi siempre, me aguanto, pero esta vez no pude soportar y exploté. Nos empezamos a agarrar de los pelos, literalmente de los pelos, Rina, cuando, en ese momento, entró mi mamá y nos mandó al diablo. Después nos llamó y nos amenazó que, si seguíamos así, se cancelaba el viaje sorpresa que tenía previsto para nosotros en el verano. Yo no sabía que estaba planificando llevarnos de viaje. Al escucharla, sentí más rabia contra mi hermana. Para mí, viajar es lo mejor del mundo y pensar que se iba a echar todo a perder por la tonta esa, me puso peor. Mi mamá nos recordó también que teníamos mucha suerte de tenernos la una a la otra, y que no nos dábamos cuenta de eso; que hay gente que daría lo que sea por tener una hermana o un hermano con quien compartir la vida. Nos quedó mirando un buen rato con mucha decepción y, después, nos entregó los cuadernos. Son de pasta dura, como libros; el mío es morado, mi color preferido, y el de mi hermana es fucsia, su color favorito. Nos dijo que, de ahora en adelante, teníamos que escribir por lo menos dos veces por semana lo que nos ocurría, o lo que quisiéramos y, que si bien ella no iba a leer, sí iba a revisar que hubiéramos llenado las páginas. Nos explicó que no iba a leer porque respetaba lo que deseáramos escribir; que era donde nosotras nos podíamos desahogar y poner lo que nos diera la gana. A mí me causó mucha emoción. Yo, de grande, quiero ser escritora como mi mamá o pianista, o sea, no intérprete clásica como fue mi tío, porque yo tuve un tío pianista que murió muy joven, sino compositora de música de películas o compositora simplemente, como Yanni o Yann Tiersen, el compositor de Amélie, que me fascinan. Mi mami dice que para ello se necesita estudiar mucho y, cuando pienso en eso, me angustio. Es que en el colegio nos hacen estudiar muchísimo. Estamos en el Liceo Francés y casi no tenemos tiempo para nada, pero a mí el piano sí me gusta mucho, y tengo una profesora rusa que es excelente. Yo quiero contarte todo, Rina, toda mi vida. Quiero poner todo lo que siento. Vas a ser mi mejor amiga, de eso estoy segura.

Tuya siempre,

Victoria

 

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