La Torera
Viviana Cordero
Por los años 60, las calles de Quito fueron testigos de la presencia de una mujer extravagante, que por su característica manera de vestir y la forma en cómo ella se defendía con su bastón de los molestosos niños, le generaron el sobrenombre de “LA TORERA”. Esta mujer, cuyo nombre real fue Anita Bermeo, se convirtió en un importante personaje que ha dejado una gran huella en la historia de la ciudad, al sentirse su dueña y señora. Caminaba por todas las calles contando las piedras y reclamando cuando sentía que faltaba una. Al parecer llegó a la capital luego de escaparse del hospital psiquiátrico de la ciudad de Ambato. Desde entonces comenzó su deambular diario vestida con ropa muy elegante, pasada de moda, mezcla de colores y estilos, regalo de las damas de sociedad. Desde los zapatos de tacón alto, según algunos como “de porcelana”, los guantes largos, el sombrero adornado con flores y plumas, las blusas blancas de encaje, las diversas chaquetas hasta las faldas del más fino paño, la hicieron única y original. Su estrafalaria presencia despertó la curiosidad de todos quienes día a día la veían ir y venir.
La obra interpretada por Valentina Pacheco, representando a múltiples personajes, ofrece los testimonios de aquellos que compartieron paso a paso sus largas caminatas y de quienes disfrutaron con ella las tardes de té en la cocina o en el cuarto de atrás de las casas aristócratas.
Es a través de estas narraciones que descubrimos la controversial historia de Anita Bermeo “LA TORERA”. ¿De dónde vino? ¿Dónde obtuvo tan glamoroso vestuario? ¿Cuáles fueron sus sueños y sus angustias? Al tratar de responder estas preguntas nos adentramos en el fondo de este personaje tradicional del Quito del siglo XX, que vivió sus últimos días en el asilo de ancianos Corazón de María.
Ficha técnica
Escrita y dirigida por: Viviana Cordero
Con: Valentina Pacheco
Producción General: Alejandra Duque
Diseño de Iluminación: Iván Acevedo
Fotografías y Diseño Gráfico: Lorena Cordero
Escenografía/Vestuario: Sr. José Rosales