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Carta 19 - La Berklee



Mi amiga Lisandra dice que la vida se hace a través de las realidades que uno tiene y cómo construimos en base a éstas. Para uno es una, para otro algo completamente distinto. No es lo que soñamos ni lo que imaginamos, es lo que ocurre y como se lo maneja. Mi tía Gabi dice que el secreto radica en como se cuenta uno la historia. En este caso La Berklee, afamada escuela de música localizada en Boston. Cuando tenía 25 años recorrí sus aulas y entré a una para que Esteban Molina y Esteban Cordero, los dos Estébanes improvisaran. Tú, Juan Esteban estabas por terminar las composiciones de Sensaciones y habíamos ido a visitar en Boston a nuestro común amigo Esteban quien estudiaba en la Berklee y que había interpretado la flauta de Alfonsina en Sensaciones. Esteban te decía que fueras a realizar una maestría en su escuela de la que estaba enamorado. Tú fallecerías poco más de un año después, estabas ya en otro vuelo, componiendo como si te atrasaras a tu cita y con miles de proyectos que quedaron truncos. La Berklee quedó guardada en el baúl de mis recuerdos y el tiempo pasó. Muchos años después, 23 para ser exactos, Morgana comienza a componer. Tiene 14 años. Era una noche de domingo, subía yo a la cocina a preparar la comida del Tiag cuando escuché un tema muy dulce. “¿De quién es Morganita?” Ella llevaba tomando clases de piano hacía muy poco. “Me acabo de inventar,”respondió. Frené en seco y me quedé paralizada un momento. “¿Te acabas de inventar? No entiendo, no entiendo. Explica.” “No sé, me salió.” “Así nomás? ¿Te salió?” “Si así nomás.” Ok, le salió así nomás. Yo no podía calmarme ni tenía con quién conversar. Era algo demasiado doloroso y hermoso y sobrenatural como para hablarlo con mi mamá y demasiado incomprensible como para que las personas que en ese entonces me rodeaban me entendieran. Era absurdo pensar que tú Juan Esteban estabas presente en ella, pero nadie comienza a tocar así o tal vez sí, no lo sé. Aquella niña que nació prematura, que casi no sobrevive a los cuidados intensivos, que entraba en mi mano porque ése era su tamañito, ahora estaba atada por un hilo invisible al destino que no tuviste, Juan.


Crédito: Morgana Acevedo


Ella nunca te conoció, pero tiene tu mismo rostro; es impresionante el parecido. Y en ese presente hace cinco años, hacía lo que tú nunca lograste y que tanto admirabas en ciertos músicos, improvisaba sin casi conocimientos musicales. A veces cierro los ojos y sueño que tú no moriste, que vives, que eres un músico famoso y que nos vienes a visitar; que te alucinas con Morgana y que la llevas como Le Grand Meaulnes a conocer lugares de fantasía y la haces parte de tu banda que ahora toca por el mundo. Bueno, esa es mi fantasía, la realidad es que Morgana pasó por momentos muy duros en su vida por otras razones, pero no abandonó la música y a fuerza de lucha y tesón entró a la Berklee. Quien la escuchó fue tu amigo Esteban que ahora es Decano de dicha universidad en Quito. Fue él quien a punta de tenacidad y esfuerzo trajo esta sucursal de Boston y al escucharla la aceptó en el primer semestre de música hace un año. Decirte que fue duro sería un eufemismo; le tocó sacarse el aire, pues no basta con el talento ni con saber improvisar. Hace falta todo un bagaje técnico que ella estaba muy lejos de poseer. Es curioso porque desde pequeña yo la puse en clases de piano, pero por alguna extraña razón éstas no progresaban, los profesores se complicaban, se retiraban por razones personales, siempre tenían algo, en fin… Sin embargo ha seguido perseverando. Antes de morir, Mami le dio tu piano y la traída de ese enorme instrumento al nuevo depa es otra historia que ya te la contaré. Ha seguido practicando y desde hace poco más de un mes nos comíamos las uñas porque ya tenía fecha para la audición para tercer año Berklee en Boston. Este examen es para intentar conseguir ayuda financiera. Estudiar en Estados Unidos está fuera de nuestro presupuesto y esta posibilidad de recibir ayuda de la misma universidad podría cambiar su destino. La fecha fue este pasado jueves 16 y el 15 la madre ya no durmió.“Pase lo que pase lo festejaré”, me dije así que invité a los más allegados a tomar un espumante. Era especial pues pasaba también la audición el novio de Morgana, y, como su madre es muy amiga, quedamos en que las dos haríamos la fiesta. Cuando llegó el gran día me desperté intranquila. No tenía fuerzas ni para comprar el piano de cola de chocolate que debía comer luego de la audición su novio; para Morgana, mi hermana ya le había enviado uno. El día pasó lento como pasa todo lo que no quiere transcurrir. La acompañé a la universidad y me senté a esperar. Hacía calor, me sentía con un nudo que no me lo quitaba nadie. Fue lento, fue angustioso…, de pronto la vi salir a carrera. No me vio. La fui a buscar y cuando me divisó vino saltando, como si se elevara, con el rostro lleno de felicidad. Mami y tú debían estar en ese momento. “Me fue bien”. Eso me dijo, pero la realidad es que no se sabrá nada hasta diciembre. Ya no importa, podemos aguantar la espera, esa es nuestra realidad ahora. Lo hizo bien, se preparó y eso es lo que cuenta, lo demás es destino, no está en nuestra manos. La realidad es la que te toca como dice mi amiga Lisandra y construyes con lo que tienes. Hicimos la fiesta, tomamos champagne y nos reímos a carcajadas. A su novio también le fue bien así que las mamis brindamos orgullosas, yo en español, Irina en ruso. Una vive para ciertos momentos y por lo que pasan los hijos es más fuerte que por lo que pasa uno. Tuve tantos nervios que dos días antes me dolía el cuello y no podía girarlo. Ese dolor desapareció el minuto en que salióMorgana de su audición. Pero las historias vienen de antes, como dice la tía mágica del Joaco, mi coguionista y protagonista de otro sueño; la tía Julia (nombre literario) sostiene que todas las hermosas historias datan desde hace mucho. Esta comenzó cuando hace 23 años caminamos contigo, Juan Esteban, por los corredores de la Berklee. Ni en mis sueños más locos hubiera imaginado que mi hija iba a querer convertirse en compositora y estudiar en aquel mágico lugar. Pase lo que pase es una bella historia.

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